SRZ profundiza en los detalles del proyecto de ley Tillis
La Ley para Combatir el Financiamiento Abusivo de Litigios del senador Thom Tillis, ahora incorporada al borrador del paquete de conciliación del Comité de Finanzas del Senado, incorporaría un Capítulo 50B independiente al Código de Rentas Internas e impondría un gravamen fijo del 40.8% sobre los ingresos de litigios calificados. La alerta de Schulte Roth & Zabel (SRZ) advierte que la propuesta anula la tributación de flujo directo, abarca prácticamente cualquier entidad —desde sociedades y corporaciones S hasta fondos soberanos— y podría inhibir los préstamos ordinarios al clasificar las líneas de crédito con garantía como «acuerdos de financiamiento de litigios».
Una publicación en LinkedIn de Boris Ziser, socio de SRZ, subraya la amplitud del proyecto: el impuesto afectaría por igual a inversores nacionales y extranjeros, denegaría la compensación de pérdidas y generaría una obligación de retención del 20,4 % para los demandantes y los bufetes de abogados que desembolsen cualquier beneficio. Las exenciones son limitadas (financiaciones inferiores a 10 000 dólares o acuerdos similares a deudas con un límite del 7 % o el doble del rendimiento de los bonos del Tesoro a 30 años, el que sea mayor), mientras que las preferencias tradicionales, como la exención de intereses de cartera y la inmunidad soberana, quedarían anuladas. SRZ calcula que los inversores que canalicen las recuperaciones a través de una corporación podrían enfrentarse a una tasa federal efectiva cercana al 65 % después de la tributación de dividendos, e incluso las estructuras societarias sufrirían una doble tributación, ya que la base imponible de los socios no aumentaría para los beneficios gravados a nivel de entidad.
Más allá de los financiadores, la definición general del proyecto de ley de «acuerdo de financiación de litigios» podría afectar las titulizaciones, las financiaciones DIP, las compras subrogadas y otros instrumentos de crédito cuando el prestatario sea un litigante designado. Al aplicarse a los ejercicios fiscales que comienzan el 1 de enero de 2026 —sin la exención de derechos adquiridos—, podría erosionar retroactivamente la rentabilidad del capital ya invertido.
Qué significa para el mercado: Si este texto sobrevive a la conciliación, los financiadores podrían replantear los modelos de despliegue de EE. UU., mientras que los inversores de crédito podrían exigir cláusulas que los protejan de una exposición involuntaria del 40,8 %. La propuesta también reaviva el debate político más amplio: ¿será el próximo paso de Washington establecer regímenes fiscales a medida para otros nichos financieros «desfavorecidos» o impulsar una regulación más clara para todo el sector?